Medicina y Alquimia
Con el término Alquimia se aglutina en una palabra una antigua práctica protocientífica que incluía disciplinas tan dispares como la filosofía, la química, la metalurgia, la física, la medicina, la astrología, la semiótica, el misticismo, el esoterismo y el arte.
La Alquimia comenzó a desarrollarse en el Egipto Helenístico y en sus orígenes se establecía un paralelismo entre la manipulación de los metales (la materia) y el progreso espiritual. El alquimista era pues, en su origen, alguien interesado en la transformación interior o espiritual y no un científico en el sentido actual del término. Trataba de conocer la materia para descubrir en ella la huella del Creador de todas las cosas.
Tras la conquista de Egipto por los árabes, estos comenzaron a ocuparse de la Alquimia y tradujeron numerosos libros, que poco a poco fueron calando en occidente. La mayor parte de los escritores de alquimia lo hacían con símbolos, debido a las persecuciones de las que podían ser objeto usaban un lenguaje críptico velado a profanos. De entre los alquimistas más conocidos destacan Roger Bacon, Arnau de Vilanova, Ramón Llull, Nicolás Flamel, Fulcanelli, Cornelio Agripa, Salomón Trismosin y Paracelso, entre otros. Todos ellos tenían profundos conocimientos de alquimia, magia y astrología. Algunos sabían vincular sus conocimientos a la medicina, pero no todos. Paracelso ya nos advertía:
“Aquel que puede curar enfermedades es médico. Ni los emperadores, ni los papas, ni los colegas, ni las escuelas superiores pueden crear médicos. Pueden conferir privilegios y hacer que una persona que no es médico, aparezca como si lo fuera pueden darle permiso para matar, pero no pueden darle el poder de sanar; no pueden hacerle médico verdadero si no ha sido ya ordenado por Dios. El verdadero médico no se jacta de su habilidad ni alaba sus medicinas, ni procura monopolizar el derecho de explotar al enfermo, pues sabe que la obra ha de alabar al maestro y no el maestro a la obra. Hay un conocimiento que deriva del hombre y otro que deriva de Dios por medio de la luz de la Naturaleza. El que no ha nacido para médico, nunca lo será. El médico debe ser leal y caritativo. El egoísta muy poco hará en favor de sus enfermos. Conocer las experiencias de los demás es muy útil para un médico, pero toda la ciencia de los libros no basta para hacer médico a un hombre, a menos que lo sea ya por naturaleza. Sólo Dios da la sabiduría médica”.
-Paracelso
La Alquimia siempre estuvo unida al arte astrológico. Los elixires a base de plantas y de metales se fabricaban y preparaban teniendo en cuenta la posición de los astros. En la antigüedad se conocía con el nombre de Signatura Rerum (los signos de las cosas o La teoría de las signaturas) a la interrelación existente entre los astros del macrocosmos y el cuerpo humano y sus órganos, es decir, el microcosmos del Hombre. La alquimia usaba como base de sus compuestos medicinales estos conocimientos basados en la relación de las diferentes partes del cuerpo con los signos planetarios y ciertos metales.
Plomo…Saturno…Los huesos.
Estaño…Júpiter…El hígado.
Hierro…Marte…. El sistema muscular y el páncreas.
Cobre…Venus… Los órganos sexuales y el cabello
Mercurio…estómago.…La inteligencia y el cerebro.
Plata…Luna…
ElOro…Sol…El corazón.
Para los antiguos alquimistas y astrólogos, la imagen del Cielo zodiacal o macrocosmos tenía que estar representada en el cuerpo humano al que se consideraba como un microcosmos. De este modo, el primer signo del Zodíaco, que era Aries, se relacionó con la primera porción del cuerpo humano comenzando por la cabeza. A Tauro se le relacionó con el cuello; a Géminis con los pulmones; a Cáncer con el estómago y pecho; a Leo con el corazón y el hígado; a Virgo con el vientre o los intestinos; a Libra con los riñones; a Escorpio con los genitales; a Sagitario con los muslos; a Capricornio con las rodillas; a Acuario con las pantorrillas y a Piscis con los pies.
“Todo el Universo exterior visible, con todos sus seres, es una definición o una imagen del mundo interior, espiritual; todo lo que está en el interior y su manera de actuar posee el mismo carácter en el exterior. Del mismo modo que el espíritu de toda criatura representa y revela con su cuerpo su constitución nativa íntima, del mismo modo el ser eterno.”
-De signatura rerum – Jacob Boehme
“Un médico antes de extender una receta debe mirar el cielo” “No se puede comprender al hombre, sino por medio del cielo, pues somos hijos del cielo”. “la fe es una estrella luminosa que guía al investigador a través de los secretos de la Naturaleza. Es necesario buscar vuestro punto de apoyo en Dios”.
-Paracelso
Según la concepción alquimista existe una polaridad en todos o dicho de otro modo, siempre hay algo “sano” en un individuo enfermo y algo enfermo en uno sano. La enfermedad nos muestra con nuestra actitud ante ella que existen diferentes estados de conciencia y que el síntoma de cualquier enfermedad desenmascara nuestra sombra, es decir todo aquello que relegamos a la parte oscura de nuestro ser. La enfermedad así nos permite hacer visible lo interior u oculto, para llegar a ser más conscientes y sanarlo.
Principios Originales: Bases Álquimicas
Los tres principios en alquimia son las sustancias originales de las que todo el Universo surge. Son la Sal, el Mercurio y el Azufre. Nombres que se usaban para designar la correspondencia entre el cuerpo, el alma y el espíritu.
o La Sal como elemento purificador.
o El Mercurio como elemento de inteligencia o de conciencia superior.
o El azufre como elemento de fuego.
Así cualquier preparado alquímico curaba el cuerpo, el alma y el espíritu.
Estos conocimientos médico-alquímico-druídicos se basaban en siglos de tradición y eran transmitidos oralmente. Incluían remedios de todos los reinos, mineral (productos químicos), vegetal (fitoterapia) y animal, y a demás tenían un componente mágico o energético añadido. Todos estos elementos mezclados formaban el preparado alquímico medicinal comúnmente llamado Arcanos. Estos eran los grandes remedios secretos del los alquimistas.
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